miércoles, 27 de noviembre de 2013

Pueblo riojano, pueblo místico

Todas las culturas poseen una rica tradición celosamente guardada en mitos, historias y leyendas y que conforman la tradición popular. Ya antes de colonización española, nuestros antecesores (seguramente para no olvidar su esencia y en busca de lograr la supervivencia cultural) recurrían a la tradición oral como una manera de oponerse a la pérdida de su identidad y de transmitirla a las generaciones venideras, desde el importante panteón mitológico que signara sus días y su actuar en el mundo. El pueblo riojano, formado ideológicamente en el más profundo respeto por las tradiciones, mantiene esa sabiduría, fusión entre los elementos heredados desde el catolicismo y  diversas culturas indígenas (cada una de ellas con sus dioses y creencias), que habitaran nuestro suelo, y que hoy se pueden investigar y difundir.

Entre ellas mencionaremos como las más destacadas a las siguientes: el Señor de la Peña, en el Barreal de Arauco; la Salamanca en Sanagasta ; la Yacurmana en Chuquis, la Chaya Riojana y su Pujllay, el Angelito Milagroso de Villa Unión , Las Leyendas de la Laguna Brava y casi todas las divinidades diaguitas principales; el Viento Zonda,  además de otras tantas de las que se desconoce su origen...

LA SALAMANCA

Salamanca (Salla=peña. Mancca = bajo, infierno): vocablo quechua que significa aquelarre, reunión de brujas, almas condenadas y seres demoníacos que se unen para divertirse, bailar, beber, planear diversas maldades contra los seres humanos, renegando de todo precepto moral o religioso. El Zupay o diablo es el rey de la Salamanca y el que preside las reuniones y sella los pactos de los hombres que acuden a él, en busca de la clave de la vida, la ciencia de la carne y los secretos del mal. La música que de allí proviene sirve de guía para llegar hasta la entrada, pero no todos pueden ingresar. Esta superstición afirma que la Salamanca más importante es la de Sanagasta, sin embargo existen innumerables locaciones, todas ellas en el hueco de algún monte o en cavernas apartadas donde el geo montañoso las hace inaccesible.
Ubicación de las Salamancas Riojanas: Dpto Capital (Sierra de Aberastain), Sanagasta (Camino a Huaco), Castro Barros (Agua Blanca, Aguada de Chuquis, Aguada del Potrerillo, Aminga, Loma Larga en Los Molinos), San Blas de Los Sauces (Alpasinche, Andolucas, Suriyaco), Arauco (Arauco, Udpinango y el Tembleque), Famatina (Las Gredas, La Piedra, Loma Bola, Ishanco, Totoral), Chamical (Santa Lucía), Chilecito (Chilecito, Rio Seco en Nonogasta), Gral. Belgrano (Talva y Loma Negra), Vinchina (Jagüé), Felipe Varela (Villa Unión), Independencia (Los Colorados), Facundo Quiroga (Malanzán, Salana, Balde de los Reyes y las Torres), Rosario Vera Peñaloza (La Escondida en Chepes Viejo).

DIVINIDADES DIAGUITAS

Muchas otras historias están relacionadas con las divinidades diaguitas adoradas por nuestros antepasados. Casi todos son personajes mitológicos transmitidos de generación en generación en aquellas reuniones en torno al calor del fuego campero o en las siestas invernales donde las abuelas abren su memoria al recuerdo popular.

El Mikilo , Mandinga o Duende "siestero" (de siesta, luego del mediodía), especie de duende de baja estatura y ropajes oscuros, lleva sombrero grande y aparece generalmente a los niños que juegan en la siesta de verano ó para castigarlos, también tienta a las jóvenes ofreciéndoles pañuelos, caramelos o dinero; pero si es rechazado suele vengarse con las peores bromas o daños mayores. También castiga a ebrios y asusta a caballos, roba el pan y lo transforma en carbón.

El Zupay: diablo, es el causante de todos los males y adversidades que sufren los hombres, tiene forma de macho cabrío o gran chivato aunque a veces adopta la forma de un animal o de un hombre para hacer el mal. Es una bestia lujuriosa que encarna también todas las miserias y vicios terrenales y que busca seguidores.

El Llastay: dios de las manadas de llamas, vicuñas, guanacos, cóndores, protector de la fauna local, con su agudo silbido los alerta de la presencia de cazadores. Le gusta adoptar la forma de los animales que ama y protege presentándose como el rey de esa especie.
Inti: máximo dios, representa al sol y al creador de todas las cosas, su culto fue impuesto desde el reino incaico.
El Pujllay: divinidad de la chaya riojana, dios de la alegría, el banquete y el baile.

El Cachiru: divinidad maligna que a la hora de la muerte arrebata el alma de los hombres

Huayrapuca es el viento, que todo lo castiga y reseca, afiebra a los hombres y a los animales: el viento Zonda.

La Pachamama: voluptuosa, bella, fuerte y violenta madre de la tierra. Habita en la montaña y preside sus misterios, se le ofrecen comidas y bebidas en pozos cavados en la tierra.

La Saramama: diosa fecunda, protectora del maíz –alimento sagrado- representa la esencia de este alimento, por lo que se le ofrecen plegarias y sacrificios. Su figura está cubierta de una mazorca de maíz y en cada hogar se poseía una imagen para proteger los sembradíos.

La Yacurmana: madre del agua, ninfa de las vertientes cuya mirada fosforece en lo oscuro.

La Zapam-Zucum: diosa protectora de los algarrobales; madre y providencia de los niños abandonados, a quienes amamanta.

La Mayumama: diosa del agua, tiene torso de sirena y delinea los cauces torrentosos de ríos e inundaciones.

La Mamaquilla: diosa protectora, representa a la luna, y es la que marca las épocas de cosechas.



Otras Leyendas y creencias populares

Otras más actuales señalan curiosas historias de animales como El Almita (ó monjita, ave pequeña y blanca con una cinta negra en sus alas en señal de duelo que fuera una joven enamorada de un imposible, que busca a su amado volando en soledad ejecutando un piar desgarrador) .
También humanos  convertidos temporalmente en otros seres, tal es el caso de la Mulánima (mujer que ha pecado y por castigo divino adquiere a ciertas horas la apariencia de una mula y alma en pena, que despide fuego por sus fauces y busca al hombre que logre quitarle el freno de su boca, y con él, su maldición), el Lobizón (séptimo hijo varón de una familia, que adquiere en noches de luna llena la apariencia de un lobo, atacando a quien se le acerque).
Son fielmente respetados: la Luz Mala (fuegos fatuos producto de gases exhalados por huesos o la descomposición de sustancias orgánicas, que los campesinos asignan a la presencia de un alma en pena en busca de auxilio, compasión y caridad cristiana, por lo que desaparecen ante los rezos de quien los ve.

La Chaya

La Chaya (del quichua = "rociar con agua") en nuestra zona ha adquirido una forma peculiar de celebración, quizás difiere de otras regiones el país.
Esta manifestación tiene como objetivo principal el olvidar las penas y dar gracia por los frutos de la Pachamama (madre tierra).
El acontecimiento o actividad principal de este festejo se llama "topamiento" que se realiza el primer domingo de Chaya (carnaval). Se inicia con un ritual en el que tiene como protagonistas a la Cuma y el Cumpa, la Guagua, el Pujllay y los vidaleros. Preside la ceremonia el Pujllay, muñeco de trapo que representa a un viejo ridículo, bonachón y anrajoso. Detrás del Pujllay, van en primer término, cantores y cantoras que entonan sus himnos de entusiasmo al toque repetido y monótono de las cajas, y de trecho en trecho se bebe y se canta una vidalita triste y dolorida. Mientras que en cada pausa, todos los del séquito, echan harina en la cabeza del dios ridículo, que va sobre un burro, de un lado a otro con el cuello suelto como si no pudiera tenerse de ebrio, adornado con vainas de algarroba, racimos de uva, una botella de vino y ramas con flores y albahaca.
El topamiento o encuentro es el momento que entre la Cuma y el Cumpa se hacen hermanos espirituales, para toda la vida. Bajo arcos hechos con cañas, gajos de sauce y adornados, van la Cuma y el Cumpa, cada uno con su comitiva y se unen en el centro para intercambiar coronas y ramas de albahaca, se estrechan la mano, jurándose ser compadres hasta la muerte; los asistentes les echan con alegría repentina, harina; luego, les ofrecen un vaso de vino sin que cesen los cantos y vidalas; finalmente, las parejas rompen a bailar una zamba, bajo la autorización del sacerdote brujo y quien dirije toda la ceremonia.
En este encuentro aparece la figura de la Guagua, niño menor de dos años, fabricado con pan de arrope y frutas secas, sostenido por la Cuma para ser rociado con vino, siendo esto, su bautismo. La Guagua debe repartirse por la Cuma y el Cumpa entre los principales asistentes, mientras, las comitivas (una para cada punto cardinal) realizan continuos tapamientos para terminar con las estrofas de vidaleros y chayeros, que al compás de las cajas, expresan sus dichos, pesares y cantares. En nuestra región y por cinco días se festejará la Chaya, tres días de la Chaya grande y dos de Chaya chica y toda manifestación en torno a esta fiesta será presidida por el Pujllay, el cual el último domingo de Chaya será enterrado, significando que se acabaron las alegrías y con el fin de que reviva vigoroso el año siguiente.
Este rito tiene su parte especial ya que, durante el entierro, cantan armando un duelo forzado, gritan y lloran niños, hombres y mujeres.

En esta fiesta tradicional se nivelan todos los aspectos del ser humano; en el juego de la Chaya no se distinguen clases sociales, edades, sexo, religión, posición económica, etc. Además, es la fiesta de gala de la gente humilde, en que exterioriza toda su alegría a través del juego y todas sus penas a través de sus coplas y vidalas.



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