Todas las culturas poseen una rica
tradición celosamente guardada en mitos, historias y leyendas y que conforman
la tradición popular. Ya antes de colonización española, nuestros antecesores
(seguramente para no olvidar su esencia y en busca de lograr la supervivencia
cultural) recurrían a la tradición oral como una manera de oponerse a la pérdida
de su identidad y de transmitirla a las generaciones venideras, desde el
importante panteón mitológico que signara sus días y su actuar en el mundo. El
pueblo riojano, formado ideológicamente en el más profundo respeto por las
tradiciones, mantiene esa sabiduría, fusión entre los elementos heredados desde
el catolicismo y diversas culturas
indígenas (cada una de ellas con sus dioses y creencias), que habitaran nuestro
suelo, y que hoy se pueden investigar y difundir.
Entre ellas mencionaremos como las más
destacadas a las siguientes: el Señor de la Peña, en el Barreal de Arauco; la
Salamanca en Sanagasta ; la Yacurmana en Chuquis, la Chaya Riojana y su
Pujllay, el Angelito Milagroso de Villa Unión , Las Leyendas de la Laguna Brava
y casi todas las divinidades diaguitas principales; el Viento Zonda, además de otras tantas de las que se
desconoce su origen...
LA SALAMANCA
Salamanca (Salla=peña. Mancca = bajo,
infierno): vocablo quechua que significa aquelarre, reunión de brujas, almas
condenadas y seres demoníacos que se unen para divertirse, bailar, beber,
planear diversas maldades contra los seres humanos, renegando de todo precepto
moral o religioso. El Zupay o diablo es el rey de la Salamanca y el que preside
las reuniones y sella los pactos de los hombres que acuden a él, en busca de la
clave de la vida, la ciencia de la carne y los secretos del mal. La música que
de allí proviene sirve de guía para llegar hasta la entrada, pero no todos
pueden ingresar. Esta superstición afirma que la Salamanca más importante es la
de Sanagasta, sin embargo existen innumerables locaciones, todas ellas en el
hueco de algún monte o en cavernas apartadas donde el geo montañoso las hace
inaccesible.
Ubicación de las Salamancas Riojanas:
Dpto Capital (Sierra de Aberastain), Sanagasta (Camino a Huaco), Castro Barros
(Agua Blanca, Aguada de Chuquis, Aguada del Potrerillo, Aminga, Loma Larga en
Los Molinos), San Blas de Los Sauces (Alpasinche, Andolucas, Suriyaco), Arauco
(Arauco, Udpinango y el Tembleque), Famatina (Las Gredas, La Piedra, Loma Bola,
Ishanco, Totoral), Chamical (Santa Lucía), Chilecito (Chilecito, Rio Seco en
Nonogasta), Gral. Belgrano (Talva y Loma Negra), Vinchina (Jagüé), Felipe
Varela (Villa Unión), Independencia (Los Colorados), Facundo Quiroga (Malanzán,
Salana, Balde de los Reyes y las Torres), Rosario Vera Peñaloza (La Escondida
en Chepes Viejo).
DIVINIDADES DIAGUITAS
Muchas otras historias están relacionadas
con las divinidades diaguitas adoradas por nuestros antepasados. Casi todos son
personajes mitológicos transmitidos de generación en generación en aquellas
reuniones en torno al calor del fuego campero o en las siestas invernales donde
las abuelas abren su memoria al recuerdo popular.
El Mikilo , Mandinga o Duende
"siestero" (de siesta, luego del mediodía), especie de duende de baja
estatura y ropajes oscuros, lleva sombrero grande y aparece generalmente a los
niños que juegan en la siesta de verano ó para castigarlos, también tienta a
las jóvenes ofreciéndoles pañuelos, caramelos o dinero; pero si es rechazado
suele vengarse con las peores bromas o daños mayores. También castiga a ebrios
y asusta a caballos, roba el pan y lo transforma en carbón.
El Zupay: diablo, es el causante de
todos los males y adversidades que sufren los hombres, tiene forma de macho
cabrío o gran chivato aunque a veces adopta la forma de un animal o de un
hombre para hacer el mal. Es una bestia lujuriosa que encarna también todas las
miserias y vicios terrenales y que busca seguidores.
El Llastay: dios de las manadas de
llamas, vicuñas, guanacos, cóndores, protector de la fauna local, con su agudo
silbido los alerta de la presencia de cazadores. Le gusta adoptar la forma de los
animales que ama y protege presentándose como el rey de esa especie.
Inti: máximo dios, representa al sol y
al creador de todas las cosas, su culto fue impuesto desde el reino incaico.
El Pujllay: divinidad de la chaya
riojana, dios de la alegría, el banquete y el baile.
El Cachiru: divinidad maligna que a la
hora de la muerte arrebata el alma de los hombres
Huayrapuca es el viento, que todo lo
castiga y reseca, afiebra a los hombres y a los animales: el viento Zonda.
La Pachamama: voluptuosa, bella, fuerte
y violenta madre de la tierra. Habita en la montaña y preside sus misterios, se
le ofrecen comidas y bebidas en pozos cavados en la tierra.
La Saramama: diosa fecunda, protectora
del maíz –alimento sagrado- representa la esencia de este alimento, por lo que
se le ofrecen plegarias y sacrificios. Su figura está cubierta de una mazorca
de maíz y en cada hogar se poseía una imagen para proteger los sembradíos.
La Yacurmana: madre del agua, ninfa de
las vertientes cuya mirada fosforece en lo oscuro.
La Zapam-Zucum: diosa protectora de los
algarrobales; madre y providencia de los niños abandonados, a quienes amamanta.
La Mayumama: diosa del agua, tiene torso
de sirena y delinea los cauces torrentosos de ríos e inundaciones.
La Mamaquilla: diosa protectora, representa
a la luna, y es la que marca las épocas de cosechas.
Otras Leyendas y creencias populares
Otras más actuales señalan curiosas
historias de animales como El Almita (ó monjita, ave pequeña y blanca con una
cinta negra en sus alas en señal de duelo que fuera una joven enamorada de un
imposible, que busca a su amado volando en soledad ejecutando un piar
desgarrador) .
También humanos convertidos temporalmente en otros seres, tal
es el caso de la Mulánima (mujer que ha pecado y por castigo divino adquiere a
ciertas horas la apariencia de una mula y alma en pena, que despide fuego por
sus fauces y busca al hombre que logre quitarle el freno de su boca, y con él,
su maldición), el Lobizón (séptimo hijo varón de una familia, que adquiere en
noches de luna llena la apariencia de un lobo, atacando a quien se le acerque).
Son fielmente respetados: la Luz Mala
(fuegos fatuos producto de gases exhalados por huesos o la descomposición de
sustancias orgánicas, que los campesinos asignan a la presencia de un alma en
pena en busca de auxilio, compasión y caridad cristiana, por lo que desaparecen
ante los rezos de quien los ve.
La Chaya
La Chaya (del quichua = "rociar con
agua") en nuestra zona ha adquirido una forma peculiar de celebración,
quizás difiere de otras regiones el país.
Esta manifestación tiene como objetivo
principal el olvidar las penas y dar gracia por los frutos de la Pachamama
(madre tierra).
El acontecimiento o actividad principal
de este festejo se llama "topamiento" que se realiza el primer
domingo de Chaya (carnaval). Se inicia con un ritual en el que tiene como
protagonistas a la Cuma y el Cumpa, la Guagua, el Pujllay y los vidaleros.
Preside la ceremonia el Pujllay, muñeco de trapo que representa a un viejo
ridículo, bonachón y anrajoso. Detrás del Pujllay, van en primer término,
cantores y cantoras que entonan sus himnos de entusiasmo al toque repetido y
monótono de las cajas, y de trecho en trecho se bebe y se canta una vidalita
triste y dolorida. Mientras que en cada pausa, todos los del séquito, echan
harina en la cabeza del dios ridículo, que va sobre un burro, de un lado a otro
con el cuello suelto como si no pudiera tenerse de ebrio, adornado con vainas
de algarroba, racimos de uva, una botella de vino y ramas con flores y
albahaca.
El topamiento o encuentro es el momento
que entre la Cuma y el Cumpa se hacen hermanos espirituales, para toda la vida.
Bajo arcos hechos con cañas, gajos de sauce y adornados, van la Cuma y el
Cumpa, cada uno con su comitiva y se unen en el centro para intercambiar
coronas y ramas de albahaca, se estrechan la mano, jurándose ser compadres
hasta la muerte; los asistentes les echan con alegría repentina, harina; luego,
les ofrecen un vaso de vino sin que cesen los cantos y vidalas; finalmente, las
parejas rompen a bailar una zamba, bajo la autorización del sacerdote brujo y
quien dirije toda la ceremonia.
En este encuentro aparece la figura de
la Guagua, niño menor de dos años, fabricado con pan de arrope y frutas secas,
sostenido por la Cuma para ser rociado con vino, siendo esto, su bautismo. La
Guagua debe repartirse por la Cuma y el Cumpa entre los principales asistentes,
mientras, las comitivas (una para cada punto cardinal) realizan continuos
tapamientos para terminar con las estrofas de vidaleros y chayeros, que al
compás de las cajas, expresan sus dichos, pesares y cantares. En nuestra región
y por cinco días se festejará la Chaya, tres días de la Chaya grande y dos de
Chaya chica y toda manifestación en torno a esta fiesta será presidida por el
Pujllay, el cual el último domingo de Chaya será enterrado, significando que se
acabaron las alegrías y con el fin de que reviva vigoroso el año siguiente.
Este rito tiene su parte especial ya
que, durante el entierro, cantan armando un duelo forzado, gritan y lloran
niños, hombres y mujeres.
En esta fiesta tradicional se nivelan
todos los aspectos del ser humano; en el juego de la Chaya no se distinguen
clases sociales, edades, sexo, religión, posición económica, etc. Además, es la
fiesta de gala de la gente humilde, en que exterioriza toda su alegría a través
del juego y todas sus penas a través de sus coplas y vidalas.